sábado, 1 de diciembre de 2007

Historieta de la historia

En 1875 Luís A. Lynch Z. forma parte del Consejo de Guerra de Oficiales Generales, como Capitán de Fragata, junto al Contral­mirante Jorge Bynon, que lo presidía, y los capitanes de fragata señores Galvarino Riveros, Oscar Viel, Luis Pomar y el Auditor de Guerra Ramón Huidobro.
En esta calidad, le correspondió conocer y fallar en el juicio que se le siguió al teniente 1° graduado, Luis Uribe, acusado del delito de desobediencia y desacato a sus superiores.
Era Fiscal acusador, el Capitán de Fragata Luis I.Gana. Como Secretario, otro Lynch, Luis A. Lynch S.
En este juicio intervino, magistralmente, el amigo íntimo de Uribe, compañero de curso en la Escuela Naval, el joven abogado y capitán, Arturo Prat.
El caso es muy interesante. Bien vale la pena una breve disgresión.
Tres años antes, en 1872, el Gobierno había enviado a Inglaterra una comisión, presidida por el contralmirante don José Anacleto Goñi, para controlar y vigilar la construcción de dos blindados.
Como su ayudante, iba el teniente Uribe. Por su ascendencia hispánica, por su distinción, por su inteligencia, por lo que fuera, Goñi sentía especial predilección por el joven teniente Uribe y había influido ante el mando supremo para que fuera incluido en esta misión. Es por ello que, como veremos, actuará como un padre protector en estos incidentes.
Mientras el contralmirante residía en la ciudad de Londres, Uribe se alojó en Hull, localidad vecina al astillero.
El joven Teniente conoció a una reciente viuda, Miss Morley, residente de ese pueblo. El amor surjió entre ambos, con la fuerza y pasión de la juventud y pronto se comprometieron.
En febrero de 1873 presenta solicitud escrita a su superior para contraer matrimonio. El contralmirante Goñi no le da curso. Requerido, después de dos meses, por la respuesta, Goñi le expresa su opinión contraria a dicho matrimonio, abundando en razones que menoscababan la reputación de la viuda, a tal punto, que Uribe tuvo que contenerse ante su superior.
Para no dilatar más aún la autori­zación, Uribe la despachó directamente, desde Londres, al Comandante General de Marina, señor Echaurren, con sede en Valparaíso, Chile. Naturalmente, vía marítima, pasando por el Estrecho de Magallanes.
Pasaban los días y las semanas y no llegaba respuesta alguna.
El amor tiene prisas que la razón no conoce. Uribe se casó con Miss Morley antes de recibir autorización de Chile. Grave desobediencia.
Según las declaraciones de lostestigos, entre los cuales había, ¡cómo no! otro Lynch, un teniente cuya individualizaciónno ha sido posible, el Almirante Goñi se expresó públicamente en forma muy despectivarespecto a esta dama, insinuando que su comportamiento no era muy casto, por decirlo suavemente.
Uribe solicitó al Capitán Molina que le pidiera explicaciones al Almirante. Así lo hizo Molina, y según su dicho, Goñi se limitó a contestarle que él sabía lo que decía ... .pero no le dio nombres.
Se puede imaginar la desesperación de Uribe. Para acallar de una vez las maledicen­cias de su Almirante, buscó testimonios a favor de su esposa. Los encontró, por cierto. El día 23 de febrero de 1874, llevó a sus testigos hasta el muelle The Black Wall, pues se iba a probarla "Magallanes". . . Ahí, en medio de toda la gente que se había reunido con esta ocasión, Uribe se subió sobre unos fardos y, a voz en cuello, dirigiéndose a sus testigos y demás personas que ahí se encontraban, enrostró al Almirante Goñi por haber difamado la honra de su esposa, urdiéndolo a que precisara sus cargos y difundiera la fuente de su información.
Si se observa la foto de Goñi que se guarda en el Museo Histórico, se puede apreciar un rostro alargado, de mirada penetrante y de labios, finos y apretados.
Goñi enfureció; perdió los estribos, a tal extremo, que tomó a Uribe por el cuello y, enarbolando su paraguas por sobre su cabeza, lo descargó sobre los hombros del teniente ofendido:
Uribe reaccionó con calma, como lo hace quien tiene la razón.
Este incidente le afectó tanto al joven esposo, que se enfermó. Le vinieron fiebres. Tuvo que guardar cama. A tal extremo llegó su mal, que renunció a su empleo. La solicitud de retiro iba dirigida al Presidente de la República. Goñi no le dio curso.
Alberto Blest Gana era Ministro Encargado de Negocios de Chile con residencia en Francia e Inglaterra. Sabedor de lo que le ocurría a este joven teniente, que ya llevaba 16 años en la Marina, distinguiéndose por sus conocimientos sobre magnetismo y desviación de los compases, intervino como mediador.
Se intercambiaron cartas, sin resultado.
Cuando la "Magallanes", recién construida, inicia su viaje a Chile, Uribe no se pudo embarcar. Lo hizo después, en el "Cochrane".
Al llegar a Chile, Goñi lo acusó de desobediencia y desacato. Estuvo ¡un año! preso.
La defensa de Prat fue brillante, y siempre mencionando al Almirante con el respeto que se merecía, aun cuando los testi­gos fueron elocuentes para referirse a la iracundia de Goñi, que rememoraba sus ancestros hispánicos.
Demás está decir que Uribe fue absuelto de todo cargo, reintegrándosele a la Marina.
Además, se le pagó el sueldo íntegro del año que estuvo preso.
La verdad, es que hoy resulta incompren­sible toda esta injusta situación a que se vio expuesto el teniente Uribe, el mismo que, al corto tiempo, combatiría bravamente en "La Esmeralda", salvándose de milagro.
Vivió muchos años después del combate de Iquique, falleciendo corno Vicealmirante en 1914.
El 21 de Mayo de 1886, con ocasión de la inauguración del monumento a los Héroes, en la Plaza Echaurren, el Comandante General de Marina, Domingo de Toro Herrera, le obsequió una tarjeta de oro, hermosamente labrada, que decía: "Al glorioso Capitán don Luis Uribe Qrrego en la apoteosis del combate de Iquique". "
Así premió la Historia la pasión amorosa y el ímpetu guerrero de este bravo teniente. ..
Al año siguiente, 1887, Uribe ya es Comandante General de Marina, y como tal comanda la Escuadra que trajo, los restos de Prat, Serrano y Aldea, desde Iguique a Valparaíso.
El abogado Prat tuvo razón. Sus jueces también.
Pues bien, en ese Consejo de Guerra, como se ha dicho, estaba Luis Alfredo Lynch Zaldívar.
Hay quienes dicen que Prat, por defen­der con tanto éxito al indisciplinado Uribe, quedó con los bonos bajos en el concepto de la Superioridad da la Marina. Quizás por eso se le dejó en la rada de Iquique, junto a Uribe, cumpliendo funciones de bloqueo, mientras la Escuadra iba en busca de la Gloria, al Norte.
Paradójico resulta que abogado y acusado sean elevados a la condición de héroes, por sobre las decisiones del Alto Mando.

No hay comentarios: