La Cecilia era mi prima más cercana en edad y además vivíamos a una cuadra, así es que nos vimos mucho durante un buen tiempo. Eramos muy amigas. En su casa se comía exquisito, la tía Kicha tenía muy buena mano. Cómo olvidarse de los tallarines con salsa, cebollita picada y dorada, zanahoria rallada, laurel, carne molida, callampas...mmmm! Nosotras tratábamos de aprender a cocinar y hacíamos arroz en un anafe en el garage, que literalmente se nos quemaba. El ambiente de la casa era alegre, vital, y los hermanos Tulio y Alvaro peleaban como todos los hermanos, pero siempre combinando con bromas y risas.El loro cooperaba gritando y riéndose a carcajadas, incluso llamando a ALVARO!!!! Nos convidaban a la piscina a los 4 hermanos Goñi, la Amelia era muy chica, (¿o nos hacíamos los convidados?) y como la tía Kicha dormía siesta, teníamos que estar en silencio total hasta las 4 de la tarde, sin poder hablar, susurrando y aguantando la risa. A esa hora en punto gritábamos a todo pulmón y nos tirábamos al agua. Hubo días en que a alguien se le salía el habla antes de tiempo y violentamente se abría la persiana de la pieza de la tía, que nos retaba con justificada ira. Nosotros le teníamos pavor.
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La Cecilia era mi prima más cercana en edad y además vivíamos a una cuadra, así es que nos vimos mucho durante un buen tiempo. Eramos muy amigas. En su casa se comía exquisito, la tía Kicha tenía muy buena mano. Cómo olvidarse de los tallarines con salsa, cebollita picada y dorada, zanahoria rallada, laurel, carne molida, callampas...mmmm! Nosotras tratábamos de aprender a cocinar y hacíamos arroz en un anafe en el garage, que literalmente se nos quemaba. El ambiente de la casa era alegre, vital, y los hermanos Tulio y Alvaro peleaban como todos los hermanos, pero siempre combinando con bromas y risas.El loro cooperaba gritando y riéndose a carcajadas, incluso llamando a ALVARO!!!! Nos convidaban a la piscina a los 4 hermanos Goñi, la Amelia era muy chica, (¿o nos hacíamos los convidados?) y como la tía Kicha dormía siesta, teníamos que estar en silencio total hasta las 4 de la tarde, sin poder hablar, susurrando y aguantando la risa. A esa hora en punto gritábamos a todo pulmón y nos tirábamos al agua. Hubo días en que a alguien se le salía el habla antes de tiempo y violentamente se abría la persiana de la pieza de la tía, que nos retaba con justificada ira. Nosotros le teníamos pavor.
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